Em EL PAIS:
Fidel Castro a
Obama:
“No necesitamos
que el imperio
nos regale nada”
El expresidente de Cuba muestra sus recelos ante la normalización de
relaciones con EE UU
Washington 28 MAR 2016 - 20:44 CEST
Fidel Castro con Maduro, justo antes de la llegada de Obama. EFE | REUTERS-QUALITY
Fidel Castro ha
roto su silencio, y lo ha hecho para dejar claro que el acercamiento al viejo
enemigo estadounidense iniciado por su hermano y presidente Raúl con el
norteamericano Barack Obama no cuenta con su visto bueno incondicional. “No
necesitamos que el imperio nos regale nada”, escribió el expresidente cubano en
un artículo publicado este lunes por el diario oficial Granma, una semana
después de la histórica visita del mandatario estadounidense a la isla.
En su escrito,
Fidel Castro rechaza la mano tendida por el mandatario estadounidense durante
su discurso al pueblo cubano, en el que Obama
defendió la democracia como el mejor sistema de gobierno aunque subrayó que su
intención no es imponer cambios a Cuba, además de razonar los motivos y
ventajas de la reconciliación entre los dos países. Una alocución que, para el
líder histórico cubano, estuvo llena de “las palabras más almibaradas”.
“La historia de
Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio;
retribución y ahora reconciliación. Ha llegado el momento de que dejemos atrás
el pasado. Ha llegado el momento de que juntos miremos hacia el futuro, un
futuro de esperanza”, dijo Obama en su discurso el pasado
martes, que fue retransmitido por la radio y la televisión cubanas.
“Se supone que
cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras
del presidente de Estados Unidos", ironiza ahora Fidel Castro. "Tras
un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en
los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto
de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples
actos de violencia y de fuerza?”, le replica a Obama el exlíder
cubano. Para, acto seguido, dejar claro dónde en su opinión hay que
poner el freno a este nuevo capítulo de relaciones bilaterales: “Nadie se haga
la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la
gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el
desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”.
La reacción de Fidel Castro supone un jarro de agua fría al proceso de
normalización de relaciones tras una semana de infarto para una Cuba que no
solo vivió la primera visita de un presidente estadounidense en casi un siglo,
sino también una de las consecuencias de la tímida apertura con otra cita
histórica para muchos: el primer concierto de los Rolling Stones, una
banda vetada durante décadas por las autoridades de la isla.
Pese a ello, el
portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, aseguró que el Gobierno
estadounidense no está preocupado por las críticas de Fidel Castro y que Obama
se siente “satisfecho” de la recepción que tuvo en Cuba.
El viaje a La
Habana le permitió a Obama hablar de temas importantes para EE UU, como los
derechos humanos, y “el hecho de que el expresidente cubano se sintiera
obligado a responder tan contundentemente es un indicativo de que el viaje tuvo
el efecto deseado”, sostuvo.
Marc Hanson,
especialista en Cuba del centro de pensamiento Oficina en Washington para
Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y que acaba de regresar de La Habana, consideró
que el artículo demuestra las "discordancias" en el Gobierno cubano.
En este sentido, Fidel estaría enviándole un mensaje a las filas internas antes
de la próxima cita clave en Cuba, el Congreso del Partido Comunista de Cuba
(PCC) en abril, la reunión de donde se debe definir el rumbo interno de la isla
para los próximos años. Aunque el discurso de Obama no gustó demasiado al
oficialismo, Raúl Castro se fue después con él a un partido de béisbol e
incluso lo fue a despedir al aeropuerto, recordó Hanson en conversación con EL
PAÍS. Señales que “indican que la nueva relación con EE UU está considerada lo
suficientemente importante como para no hacer nada para ponerla en peligro”. En
este contexto, añadió, el artículo serviría como un recordatorio o llamada de
atención a la nomenklatura de que “todavía hay que mantener
una retórica dura, aunque Raúl haya dado a entender que el apoyo a la
normalización es la nueva política oficial cubana”.
Pese a ello,
acotó el politólogo de origen cubano Arturo López-Levy, Fidel “no le da un
portazo al proceso de acercamiento”. El expresidente cubano “está jugando su
rol de patriarca de la izquierda radical según la distribución asumida tras su
retiro definitivo”, señaló. La normalización “va a seguir adelante, pero muy despacio,
en vista de las resistencias de Fidel y, de hecho, de una buena parte del
liderazgo cubano”, coincidió Michael Shifter, del think tank Diálogo
Interamericano.
Una resistencia
que se da no solo en la isla. Para James Williams, de Engage Cuba, una organización
que trabaja por el levantamiento del embargo, las palabras de Fidel “demuestran
que en los dos gobiernos hay intransigentes que miran con recelo los cambios”.
“Es interesante
ver que los intransigentes del Congreso comparten tantos puntos de vista con
Fidel Castro”, dijo a este periódico Williams, que también viajó a Cuba con la
delegación estadounidense. Pese a ello, agregó, el camino de acercamiento entre
EE UU y Cuba es “irreversible”.
Aunque
publicado este lunes, el artículo está fechado el domingo 27 de marzo. Justo
una semana después de la llegada de Obama a La Habana, la primera de un
presidente de Estados Unidos a la isla en 88 años y la primera, también, en la
Cuba de los Castro. El gran ausente en las 48 horas largas que Obama permaneció
en la isla fue Fidel Castro. La Casa Blanca había dicho que un encuentro entre
los dos estaba descartado desde el principio. En su artículo, Castro muestra
que tampoco él contempló esa opción, pese a dirigirse al presidente
estadounidense como “hermano Obama”. Sí tuvo sin embargo tiempo para reunirse,
un día antes de la llegada del presidente estadounidense, con el venezolano
Nicolás Maduro. Tras el anuncio del inicio del proceso de normalización de
relaciones entre EE UU y Cuba del 17 de diciembre e 2014, Fidel Castro se tomó
más de un mes para pronunciarse sobre el histórico cambio de rumbo político.
Ahora, después de la visita que pretendía consolidar ese proceso, no quiso
esperar más de una semana.
Fidel Castro cumple el próximo verano, el 13 de agosto, 90 años. Unos días
antes pasará otro aniversario más determinante aún: una década desde que tuvo
que dejar el poder por una enfermedad. Primero lo hizo de forma temporal, pero
en 2008 el traspaso a su hermano Raúl Castro, cinco años menor, fue formal.
Aunque Raúl dijo que Fidel sería consultado ante las decisiones más
fundamentales que tuviera que tomar su Gobierno, su papel se ha ido
desdibujando con el tiempo. Sus “reflexiones”, los artículos que escribía para
la prensa nacional desde su convalecencia, son cada vez más escasos. Desde que
se anunció el comienzo del deshielo, no llegan a la decena las columnas o
cartas firmadas de su puño y letra en 15 meses. También sus apariciones, bien
en lugares públicos o en foto, han sido contadas. Pero casi siempre en momentos
clave de la normalización de relaciones, como justo antes de la primera reunión
bilateral entre Obama y Raúl Castro, en Panamá en abril del año pasado, o la
foto con Nicolás Maduro justo antes de la llegada del presidente estadounidense
a La Habana.
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